NI PARA MORIRME.

La gente está feliz a mi alrededor. Los pibes corren. Juegan a la pelota. El sol me calienta las piernas. Lloré. Siempre es lo mismo, lloro porque quiero ser artista y porque tengo un laburo de mierda. Los pelotazos pasan muy cerca pero ninguno me toca. Quisiera que me toquen para sentirme viva o cagarme a piñas con alguien. Evito los problemas escapándome. No me animo a decir que no a laburos de mierda. Me siento una mierda. Me siento insuficiente y no quiero que veas mi costado oscuro pero sí creo en muchas ocasiones que deberían recetarme antidepresivos. Estoy en la plaza y está lleno de gente y yo tengo un hueco en el pecho. Se ve como un círculo negro. Muy oscuro. Me dormí una siesta porque me di cuenta que mi casa es mi infierno privado. Me tengo que mudar. No sé cómo ni cuándo pero me tengo que ir. Envidio a mi hermana. Envidio su éxito en todo. Envidio su capacidad de poder hacerse cargo de su vida y sólo su vida. No es una envidia sana, dicen que no existe la envidia sana y no me importa. En menos de un mes cumplo 26 años. Me siento miserable. Ni tan inteligente como para estar recibida, ni tan bonita y flaca como para tener un buen trabajo con buen sueldo ni tan talentosa para morirme a los 27. 

Once lucas me ofrecieron en ese laburo nuevo. Las comisiones se ven a los 3 meses. Voy a depositar mi vida en un trabajo por 11 lucas. Odiada. Ya no puedo llorar. Mentira, si me esfuerzo sí pero. NO ME TRAJE CIGARRILLOS LA PUTA MADRE. Ya vengo.

Domingo 29 de agosto de 2021.